A propósito de la conmemoración del Día Nacional de las Ciencias, la Tecnología, el Conocimiento y la Innovación, instaurado con apoyo unánime del Senado en 2018 con el objetivo de contribuir a fomentar el desarrollo de estas áreas en Chile, la necesidad de generar soluciones tecnológicas para lidiar con diversas urgencias medio ambientales sigue tan vigente como siempre. La sequía es una de esas urgencias. La ONU estima que la demanda mundial de agua aumentará en un 50% para 2050. Aseveración que el escenario de mega sequía que afecta a Chile, no puede dejar tranquilo a nadie.
Lo positivo es que, a diferencia de otros países de la región, no nos hemos quedado inmovilizados. Tanto el sector empresarial como el Estado chileno llevan décadas invirtiendo y trabajando en medidas de adaptación para reducir el riesgo hídrico. La construcción de plantas desaladoras se circunscribe en este objetivo público-privado. Hoy, 22 plantas se encuentran operando, con un caudal de producción de 8.500 litros por segundo, destinado en un 80% al sector minero y un 20% al agua potable urbana y rural. A su vez, 21 proyectos están en fase de evaluación o desarrollo, los cuales podrían aportar una producción adicional de más de 26.000 litros por segundo.
Estos proyectos tienen además un enorme impacto social. Según un estudio de la Fundación Chile, cuando hablamos de escasez de agua más del 40?este problema se origina en fallas de gestión del recurso y su gobernanza. La sequía ha impactado con fuerza en sectores rurales, que sufren por falta de disponibilidad de agua tanto para el consumo en viviendas como para el riego de plantaciones. Invertir en innovación y tecnología ha significado a muchas comunidades contar con suministro hídrico continuo, ejerciendo así un derecho fundamental, como es el acceso al agua potable.
Como se ve, hemos tenido avances importantes en esta materia. Pero es fundamental no bajar los brazos e innovar de manera constante si lo que queremos es asegurar el abastecimiento de agua en las próximas décadas, reducir la huella ambiental y optimizar la continuidad operacional.
Por lo mismo, el gran desafío pasa por la gestión eficiente del agua y esa es hoy la problemática que debe resolver una industria que no solo ha sido clave para el progreso del país, sino que además vive un punto de inflexión trascendental: la transición mundial hacia el uso de energías limpias demandará cada vez más cobre y litio. Mejorar la productividad sí, pero con buena gestión del agua que asegure un desarrollo sostenible.